El vino se clasifica fundamentalmente, por el envejecimiento el cual se produce en dos fases; en barrica y en botella. Podría decirse que existen cuatro categorías principales: vino joven, vino crianza, vino reserva y vino gran reserva.

La edad del vino es un dato que podemos conocer con tan sólo mirar el vino en la copa. Pero, antes que nada, veamos qué es lo que les diferencia a uno del otro.

 

VINO JOVEN:

Cuando hablamos de un vino joven, nos referimos a vinos que han sido embotellados justo después de que se haya producido la fermentación alcohólica durante su proceso de elaboración. Esto significa que no pasan por la madera de las barricas o que, de hacerlo, pasan de entre 3 y 6 meses. Son conocidos como “vinos del año” por lo que se comercializan durante el mismo año de la cosecha o el año siguiente.

Si algo caracteriza a estos vinos, es la predominancia de los aromas primarios y secundarios, aquellos que proceden directamente de la uva, como los aromas a fruta fresca, a flores, a vegetales o especias, o los que proceden de la elaboración del vino, como los minerales. Aparte de las características aromáticas, otras características que podremos observar en estos vinos serían un buen nivel de acidez y los colores vivos y brillantes. Estas propiedades nos permitirán identificarlos fácilmente.

Un buen ejemplo de vino joven lo encontrarás en las botellas de Canchales, de la D.O.Ca. Rioja. Se trata de un vino, el cual, la vendimia se realiza de manera escalonada mediando una primera selección parcelaria que nos permite evaluar la expresión de la Tempranillo. El sabor es una combinación perfecta entre las notas a frutas y la picardía de las pinceladas de regaliz de palo.

 

VINO CRIANZA:

 

Los vinos crianza, a diferencia del vino joven, tienen un envejecimiento de, al menos 24 meses. Este tipo de maduración suele transcurrirse en dos fases: una primera, en la que el vino se deja reposar en barrica de roble 12 meses. Y una segunda, que se lleva a cabo en la botella, que debe permanecer horizontal y sellada con corcho, lejos de la luz y con apenas paso del oxígeno. Con esto, se logra equilibrar y pulir las características de un vino, las cuales nos ayudarán a identificarlo fácilmente.

En el caso de vinos blancos y rosados, el tiempo mínimo de envejecimiento en barrica es de 6 meses.

Un ejemplar vino crianza es el Monte Real Cuvée, de la D.O.Ca. Rioja. Se trata de un vino, el cual, la vendimia se realiza en base a una selección parcelaria exhaustiva en viñedo, donde se evalúa el potencial vitivinícola de cada parcela. La segunda selección, se realiza en el momento de la recolección, buscando uvas sanas y la madurez fenólica.

 

VINO RESERVA:

 

El periodo de envejecimiento de los vinos reserva, tiene que ser de 3 años como mínimo. El cual, debe permanecer un mínimo de 1 año en barrica seguida y completada con un mínimo de 6 meses en botella; en las mismas condiciones de humedad, luz, temperatura y posición que el vino crianza.

Sin embargo, para los vinos blancos y rosados, el período de crianza es de 2 años, de los cuales 6 meses como mínimo en barrica.

Un excelente vino reserva es el Viña Albina, D.O.Ca. Rioja. Se trata de un vino cuya elaboración se basa en despalillar y estrujar suavemente las uvas. Y tras la fermentación, se alarga el proceso de maceración para obtener el color y la estructura deseada. Envejece un periodo mínimo de 12 meses en barricas de doble y un mínimo de 6 meses en botella antes de su comercialización.

 

VINO GRAN RESERVA:

 

Este tipo de vinos, gracias a su calidad excepcional, se elaboran durante más tiempo ya que son los más exquisitos. Tienen un largo periodo de envejecimiento, que debe ser de unos 5 años. Los cuáles, al menos 2 años deben transcurrir en barrica de roble y 2 años en botella. Para así aportar más matices al sabor y el cuerpo final del vino. Se comercializan a partir del sexto año.

Para vinos blancos y rosados, se considera gran reserva a los vinos que han permanecido 4 años en maduración, con un mínimo de 6 meses en barrica. Se comercializan también a partir del sexto año.

Uno de los más exponentes es el Monte Real, D.O.C.a Rioja, el cual se elabora en el campo. Se realiza una selección zonal para cada parcela, recolectando sólo aquellos frutos que cumplen con el potencial vitivinícola. Cuando la maduración de las uvas se alarga, podemos apreciar el resultado en una armadura aromática, tan amplia como compleja, que otorga al mosto profundidad sin fin.

 

Una vez hemos visto las diferencias entre cada uno; sabemos que, tras el envejecimiento, se puede observar cómo el vino ha experimentado importantes cambios en lo que respecta a su color, aromas y sabor. Y como hemos comentado anteriormente, éstos son algunos de los factores que ayudan a determinar la edad del vino.

La clave está en el color amarillo, la vista ha de buscar el amarillo; que es el indicio de edad. Todos los vinos blancos, rosados y tintos, tienen tanino, que; al envejecer pasa de incoloro a amarillo y llega hasta dorado. Ese es el secreto para averiguar la edad del vino con la vista.

Sin embargo, un blanco dorado puede indicar que está oxidado y no envejecido. Igual que el oscurecimiento en el vino, esto quiere decir que puede deberse principalmente a dos factores: un mal almacenamiento del vino o a la crianza del vino en madera.

 

En resumen, los parámetros que determinan la denominación de un vino, son su tiempo de envejecimiento y el número de meses que permanece en el interior de la barrica. Y siempre teniendo en cuenta que los vinos blancos y rosados, necesitan menor tiempo.  Todas las variables de las que hemos ido comentando están pensadas para que los vinos, sean del tipo que sean, ofrezcan una buena calidad y atrapen el paladar del consumidor.